Si te preguntan porque se
marchó cuéntales que no supiste alegrar sus días grises y llenarlos de color y
dulzura. Si te preguntan porque se marchó cuéntales que no eras tú el que le
mandaba un mensaje al finalizar el día ni el que le mandaba aquel mensaje de “Buenos
días princesa”. Si te preguntan porque se marchó cuéntales que no supiste
consentir sus caprichos más caros y con caros sabes que no es ningún anillo de
la joyería Tiffany’s sino un beso, un abrazo, un gesto, una mirada… Si te
preguntan porque se marchó cuéntales que te mataste en la curva equivocada que
preferías la curva de su cintura a la de su sonrisa, tonto de ti, su sonrisa sí
que mataba. Si te preguntan porque se marchó cuéntales que no supiste valorar
aquel carácter tan raro, pero tan especial… Aquellos berrinches de niña
pequeña, aquel coraje de guerrera y aquella magnifica sensualidad de mujer.
Si te preguntan porque se
marchó cuéntales que te faltaron más huevos que a un flan para cuidarla y que preferiste
coleccionar piedras sin saber que tenías a un diamante entre las manos.
Suerte de ella y pobre de ti.